Si tuviera que darle un sentido a su encuentro, solo le llamaría coincidencia, una casualidad sin mayor relevancia dentro de su vida diaria y sus pensamientos. Esperaba que lo fuera de la misma forma para la otra persona. No obstante, era solo cosa de tiempo para que descubriera de qué manera había sido percibido aquel desafortunado cruce para el otro chico.
En realidad, no recordaba nada de él, ni su figura, ni sus ojos, ni su voz, solo perpetuaba su cabello de un deslumbrante color rubio, aun así, sinceramente no le interesaba recordar algo nuevo de él.
Casi era año nuevo y el trabajo de L, se incrementaba convirtiéndose casi en una carga de estrés, debía presentarse en distintos lugares consecutivamente para cantar, su voz era requerida en varios sitios, por ende no disponía de tiempo para recordar a un niñato desafortunado que fue víctima de una torpe acción de él.
Si bien su existencia como alguien dentro de su grado, famoso, era un tanto solitaria, poseía amigos lo realmente cercanos dispuestos a socorrerle en todo instante, uno de ellos era Sung Gyu, un chico enérgico y amable, de ojos muy pequeños y perfecto perfil, siempre acompañado de quien le ha acogido de la manera más cercana e íntima, Hoya, bondadoso chico de seria expresión dispuesto a dar hasta su último aliento por Sung Gyu.
Ambos se preocupaban de manera completa por L, estas fechas solían ser un martirio para el cantante y no dejarían que se derrumbara dentro de un hobby que le era grato realizar.
En aquel encuentro entre L y el rubio, Hoya acompañaba al cantante y pudo darse cuenta de la expresión y el deslumbro del pelirrubio al percibir la figura de L; era una imagen conmovedora y algo sorpresiva, Hoya jamás había visto a alguien tan desorientado a causa de un encuentro con su amigo. Aun así, no tenía mayores intenciones de mencionarle a L sobre éste, no le parecía en lo absoluto relevante, pese a ello se lo mencionó a Sung Gyu.
- Fue extraño, sus ojos estaban conmocionados ante L, nunca había visto a alguien que le observara de esa manera.
- Quizás nuestro L tenga un gran admirador
- No, ese encuentro fue nuevo para ambos, se veía en su expresión de sorpresa, no era la de un fan viendo a su ídolo, era la de un chico impresionado por la esencia de otro.
- Mm ¿crees que se haya enamorado o algo por el estilo?
- No lo sé, pero creo que no es importante para L, ni mucho menos ahora.
- Sí, él no debe distraerse con hechos absurdos.
- ¿Distraerme? – consulto L al oír esta última referencia –
- ¡L! – expresó Sung Gyu con un dulce tono amigable - Nuestro querido L, pensamos que tal vez algo podría llamar tu atención desorientándote de tus deberes.
- Deberes, cada vez odio más esa palabra, en un principio un hobby y ahora un deber…
- Puedes dejarlo cuando quieras – dijo con un tono grave, Hoya –… pero de cada acto hay consecuencias… y no creo que tengas algo claro como para hacer después de cantar ¿o sí?
- Lo sé – dijo L desanimado – quiero dar un paseo… ¿vienen?
- Mm… me quedo – exclamó Hoya algo sombrío –
- Yo voy contigo mi querido L!
Así los chicos salieron a dar un recorrido en las cercanías, dejando a Hoya solo.
L deseaba más que nada liberarse del “encierro” por medio de las caminatas al aire libre, realmente amaba estar al aire libre. Sung Gyu, por otro lado, aprovechaba pasar momentos con su amigo, pues verle desocupado no era algo de todos los días; ahora se preguntaba si debía mencionarle a L sobre el chico que mencionó Hoya, si bien no querían que se distrajera… eso era precisamente lo que él necesitaba.
- L…
- ¿Mm? – dijo L mirando su alrededor –
- Hoya… me dijo que hace días te habías topado con un rubio en… una tienda… Y él cayó al piso… ¿es así?
- Ahora que lo mencionas… creo que sí. Recuerdo a un chico que golpeé sin querer
- Mm… ¿no viste algo extraño en él… al verte?
- No me di cuenta… como era ¿por qué lo mencionas?
- Hoya dijo que te observaba… de una manera especial.
- No… no lo recuerdo
L se quedó pasmado ante la certeza de no recordar al chico de la tienda. Y al escuchar la referencia a las palabras de Hoya sobre éste chico desconocido, le entraba una curiosidad inmensa por saber quién era.
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