
¿Cómo comenzar a contar algo que ocurrió y que algunos pensaron fue solo parte de los burlescos trucos de la mente? Sí, creyeron que estaba loco, que todo era parte de mi imaginación. Lo peor, es que me sentí completamente enamorado de un ser que si existió, pero esta última palabra es la que vuelve esta historia un tanto incomprensible para algunos.
Todo comenzó aquel día que debimos mudarnos, mi padre había sido transferido a otra ciudad por motivos de trabajo. Él es un hombre trabajador, se esfuerza porque mi madre y yo tuviéramos todo lo necesario e incluso más, siempre serio ante los demás, pero bastante cálido en lo personal. Mi madre, siempre envuelta en una dulzura única, entregando una sonrisa a cada situación.
En fin, llegamos a una casa no más grande que la que teníamos antes, tenía dos pisos, estaba rodeada de rosas y arbustos, de grandes árboles y un suave olor a primavera. Su interior lleno de delicados muebles, cuadros, elegantes alfombras y un hermoso piano; fue al primer objeto al que me dirigí, no sabía tocarlo, pero me encantaba la idea de poder aprender a hacerlo. Estaba entusiasmado de vivir allí.
Pero esa primera noche viviendo allí ocurrió algo extraño. Mientras dormíamos en las habitaciones del piso superior, casi a media noche, oí el sonido del piano “¿será papá?” me pregunté levantándome, me impresionaba que mi padre supiera tocar piano, pues jamás lo había mencionado. Bajé las escaleras y fui a la sala donde se hallaba el piano, la armoniosa melodía que presentaban esas inigualables teclas me guiaba hasta la puerta de aquella sala, puse mi mano en la manilla y abrí la contraventana, pero la música cesó al momento de encontrarse totalmente abierta. No había nadie allí. Me quedé parado algo confundido “tal vez solo fue mi imaginación”, pensé devolviéndome a mi cuarto, me costó retomar el sueño, pero finalmente me dormí.
Al día siguiente, mientras desayunábamos, mencioné lo que me había ocurrido anoche.
- ¿Escuchaste sonar el piano? Imposible – decía incrédulo mi padre mientras tomaba su taza de café –
- Lo sé padre, creo que solo fue parte de mi imaginación
- También lo creo, nadie aquí sabe tocar el piano – dijo mi madre con la tierna sonrisa que la caracteriza –
Pensé en que pudo haberlo hecho alguno de nuestros sirvientes, pero aprender el piano es algo que solo se les enseña a gente noble, de nuestro nivel social. Pensé en que solo fue parte de un sueño.
El resto del día, mi padre estuvo trabajando y mi madre estuvo en el enorme jardín, sintiendo el aroma de las rosas. Mientras yo me quedé admirando ese misterioso piano. Por más que quería creer que fue un sueño, no estaba del todo convencido.
- De nuevo aquí… Sono-sama
- ¿Eh?
Me giré en dirección de la voz, era nuestro más confiable mayordomo, tras generaciones su familia fue parte de la nuestra. Además, siempre ha sido una especie de confidente para mí.
- Klaha, ¿tú crees que solo fue parte de mi imaginación?
- Pues, con su permiso Sono-sama, yo no escuché el piano sonar
- Mm…
- Quizás deba descansar un poco, el mudarse puede haber afectado su viveza
- Puede ser… iré a pasear un poco
Klaha solo dio una atenta reverencia, asintiendo mi decisión.
Salí a caminar por la ciudad, el lugar era acogedor, pequeñas tiendas, grandes industrias, una feria, caballos amarrados, carretas y lujosos autos; mujeres vestidas de elegantes vestidos, cubriéndose del sol con hermosas sombrillas. Pero no me entretenía nada de lo que allí había, así que volví a casa.
- Oh! Sono-sama, pensé que tardaría más
- También yo, pero… no hay nada divertido en la ciudad
- Ya veo
- ¿Y mi madre?
- Sigue en el jardín
- Ah, bueno iré a mi habitación
- Claro, con su permiso, Sono-sama
Klaha volvió a hacer una de sus habituales reverencias y se fue a otro sitio. Yo subí las escaleras hasta mi habitación, cuando antes de abrir la puerta, oí una melodía fascinantemente hermosa. No lo dude y bajé rápidamente a la sala donde estaba el piano, abrí la puerta algo nervioso “¿y si de nuevo no hay nadie allí?” me cuestionaba, pero tenía que averiguarlo. La puerta se abrió y fue cuando lo vi, de cabello castaño, casi rubio; su tez tan clara y reluciente, un brillo inigualable en sus ojos celestes claros, como el hielo; su figura delgada y de tan finos rasgos que regalaban la más perfecta armonía a la sala. Sus dedos se movían de manera delicada sobre las teclas del piano, era sorprendente. Jamás había visto alguien tan hermoso como él, sin embargo, su mirada y la tonada de la canción que tocaba era bastante triste. De pronto oí una voz femenina.
- Sono-sama – decía una sirvienta entrando en la sala –
- ¿Sí?
- La Sra. desea verlo ahora en el jardín
- Ah, ya voy, gracias – respondí mientras la mujer hacía una leve reverencia y se iba –
Después de ello me volteé a ver a quien tocaba el piano, cuando me di cuenta que no había nadie ahí.
- Eh?...
Me sentí completamente confuso. Miré el piso sin entender nada… luego a mí alrededor, no había nadie, así que solo me fui a ver a mi madre.
FuLl MoViEs
MoViEs To mOvIeS
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