Es difícil describir ese contacto que jamás he tenido contigo. Podría divagar entre diversas sensaciones para buscar aquella que más se adecúe, pero no… la verdad es que nada se acerca al beso que sueño darte. Ese tierno beso en donde sólo puedo rozar la suave piel de tus labios, que se aproxima hasta poder reconocer tu respiración; puedo degustar el sabor de tu aliento. Sí, un dulce aliento que se deja abatir lentamente, para recorrer cada espacio de tu boca. De pronto este beso será acosado por otro más provocativo e indagador, el cual se apropiará de tus labios como si fueran míos; saboreándolos, acariciándolos, hasta que, entre pequeñas mordidas, tu boca se estremezca con la mía. En un momento, sentirás como me alejo de ti sólo para mirarte a los ojos y esbozar una traviesa sonrisa, lo que nos regresa luego a aquel beso; comenzamos a dejar que nuestras lenguas jueguen entre si, a lo que nuestras manos hallan un lugar donde desquitar sus caricias; las mías se deshacen entre tu cintura y tu espalda, mientras las tuyas buscan un sitio en mi nuca y el cabello. Siento como mi subconsciente se anida en una alta nube y que sólo me deja ser capaz de percibir la calidez de tu aliento consumiendo mi boca, el calor de tu cuerpo contra el mío, y la sensación de nerviosismo entre cada beso que nos une. Pero abrazo aquella sensación, contemplándola, deseándola en este instante de inconsciencia donde sólo hay un nosotros y un venturoso beso.
Sin embargo, llega el momento donde abro los ojos y todo se vuelve inalcanzablemente apartado de mí.
¿Quién eres?, me pregunto cada mañana al despertar mientras las yemas de mis dedos miman mis labios en un dócil roce tras recordar aquel contacto con una misteriosa sombra. Sólo buscaba algo que me señalara de quién se trataba, quién era al que continuamente, cada noche soñaba besar. Pero nada ocurría, hasta al menos un mes después de ese incesante y repetido sueño.
Me desperté perturbado como cada mañana buscando una explicación a ello, estaba tan cansado de no entender nada que mis manos se dirigían inherentemente a mi cabeza a revolver mis cabellos, en conjunto a una exclamación de frustración. En aquel instante lo más extraño ocurrió, la ventana de mi cuarto se abrió de golpe y una fuerte brisa botó un viejo cuadro que mantenía en mi velador. La que contenía una foto mía con mis amigos; me levanté extrañado a cerrar la ventana y tomé el cuadro, del cual el vidrio se había trizado. Me senté en la cama y quité la foto del averiado objeto, fue entonces que descubrí dentro de él un estropeado papel plegado, lo retiré y extendí para ver de qué se trataba. Me quedé perplejo ante aquello, era la foto de una hermosa persona, de cabello rubio y rizado, unos hermosos, expresivos y grandes ojos, y esos labios tan delicados con un brillo especial que se perdía por las roturas y pliegues de la foto.
Ciertamente no atinaba a reaccionar, sólo admiraba aquella imagen por largos minutos, mis dedos se dirigieron inconscientemente hacía el rostro estampado en el papel, queriendo acariciar esa piel clara, que parecía ser tan tersa y frágil. Me sacudí de pronto volviendo a la realidad y giré la foto buscando algún indicio de la identidad de la persona que se mostraba sobre mis manos, pero no era capaz de hallar nada aparentemente útil, sólo una minúscula H estaba escrita con tinta roja en una esquina del papel.
- - H –alcanzaba a pronunciar mirando la letra, volteando la foto para admirar el rostro de aquella persona-
Intentaba pensar en varios nombres que comenzaran con esa inicial, pero sentía que ninguno se adecuaba a la imagen que mostraba. Noté que mi cabeza daba muchas vueltas debido a la incertidumbre, por lo que decidí meter la foto en un cajón y realizar mi día como cualquier otro.
Me fui directo a la tina, sin poder quitar de mi mente, tanto la visión que tenía al dormir y la foto que había guardado. Cerré los ojos presionándolos con fuerza, mientras el agua circulaba por mi semblante y al abrirlos vi su efigie frente a mí, esa profunda mirada observándome a sólo centímetros. Un fuerte alarido salió de mi boca dando inestables pasos hacia atrás, perdiendo el equilibrio y terminando por caer. Alcé la mirada totalmente asustado, con la respiración completamente agitada, pero no había nadie allí. Podía oír como la saliva transitaba lentamente por mi garganta mientras comenzaba a asumir el dolor en mi cuerpo por el golpe al caer; bajé la mirada soltando un tenue suspiro buscando hallar el raciocinio. Me puse de pie y detuve el agua para salir de la tina, alcanzando con la mano una toalla para cubrir mi cuerpo y encaminarme entre lentos pasos a mi habitación.
Me senté en la cama aún algo perplejo y mi vista se estancaba en el cajón donde había resguardado lo foto. De pronto moví mi cabeza rápidamente de lado a lado y sin ya más distracción realicé mis deberes para poder irme. Caminaba por las calles con mis manos en los bolsillos, mientras mi rostro aceptaba recibir las caricias del viento sobre él.
Me fui directo a la tina, sin poder quitar de mi mente, tanto la visión que tenía al dormir y la foto que había guardado. Cerré los ojos presionándolos con fuerza, mientras el agua circulaba por mi semblante y al abrirlos vi su efigie frente a mí, esa profunda mirada observándome a sólo centímetros. Un fuerte alarido salió de mi boca dando inestables pasos hacia atrás, perdiendo el equilibrio y terminando por caer. Alcé la mirada totalmente asustado, con la respiración completamente agitada, pero no había nadie allí. Podía oír como la saliva transitaba lentamente por mi garganta mientras comenzaba a asumir el dolor en mi cuerpo por el golpe al caer; bajé la mirada soltando un tenue suspiro buscando hallar el raciocinio. Me puse de pie y detuve el agua para salir de la tina, alcanzando con la mano una toalla para cubrir mi cuerpo y encaminarme entre lentos pasos a mi habitación.
Me senté en la cama aún algo perplejo y mi vista se estancaba en el cajón donde había resguardado lo foto. De pronto moví mi cabeza rápidamente de lado a lado y sin ya más distracción realicé mis deberes para poder irme. Caminaba por las calles con mis manos en los bolsillos, mientras mi rostro aceptaba recibir las caricias del viento sobre él.
- Hey Kyo! – Oí gritar un chico con el paso apresurado hacia mi–
- - Ah ¿qué pasa Toshiya? – pregunté volteándome a mirar al contrario –
- - Vamos a llegar tarde –respondía tomándome del brazo corriendo, sacándome del sitio –
Toshiya y yo no somos muy parecidos, es decir, yo soy un chico de mediana estatura, cabello corto y rubio; de tez clara, y ojos pequeños de color café oscuro, característicos de un japonés . Mientras el otro chico era bastante más alto que yo, delgado, de tez clara y cabello negro desordenado.
Soy alguien a quien pocas cosas le interesan en profundidad, entre las que no eran de mi interés estaba asistir a clases, no veía mi futuro como un hombre de camisa y corbata, totalmente correcto ante todo; buscaba vivir aventuras y descubrir lo incierto a través de éstas. Por ello pasé toda la clase apoyando mi rostro en la mano derecha, jugando con un lápiz con la izquierda, y mirando por la ventana, cuestionándome lo que había ocurrido en mi vida el día de hoy. Las dudas de alojaban por completo en mi cabeza, quería saber tanto, pero de alguna manera un ligero temor se instalaba en mi interior.
“H” terminé por pronunciar en mi mente, observando el paisaje propuesto por las ventanas del salón.
Soy alguien a quien pocas cosas le interesan en profundidad, entre las que no eran de mi interés estaba asistir a clases, no veía mi futuro como un hombre de camisa y corbata, totalmente correcto ante todo; buscaba vivir aventuras y descubrir lo incierto a través de éstas. Por ello pasé toda la clase apoyando mi rostro en la mano derecha, jugando con un lápiz con la izquierda, y mirando por la ventana, cuestionándome lo que había ocurrido en mi vida el día de hoy. Las dudas de alojaban por completo en mi cabeza, quería saber tanto, pero de alguna manera un ligero temor se instalaba en mi interior.
“H” terminé por pronunciar en mi mente, observando el paisaje propuesto por las ventanas del salón.
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