
- Kyo – susurró con sutileza Toshiya, tratando que su amigo volviera en sí – Kyo, ¿qué es lo que deberíamos ver? – agregó observando con tristeza a su acompañante.
- Yo… él debería… él… - a penas si balbuceaba mientras su mirada se perdía en el piso. Posiblemente, buscando una respuesta – Toshiya – dijo girando su rostro para ver al más alto. Su rostro se había trasformado. Estaba pálido, los ojos abiertos hasta ya no poder más, su mirada por completo perdida. Sin embargo, se denotaba una leve inclinación de la comisura labial derecha, lo cual le hacía parecer alguien trastornado – Toshiya, tienes que creerme tu viste la muñeca, ¡fuimos al sótano juntos! ¡Ven! – Kyo sujetó a su amigo por la muñeca con tal fuerza, que el otro no pudo resistirse al tironeo.
El más bajo, abrió la puerta que llevaba al sótano. De pronto, se dio cuenta que aquella no estaba forzada o algo por el estilo. De todas formas, no quiso hacer mayor énfasis en aquello, por lo que encendió la luz y se adentró en el sitio con su amigo. Al llegar al final de los peldaños, sólo atinó a soltar a Toshiya y caer de rodillas al piso. Su rostro era cubierto por ambas manos. Negaba una y otra vez a lo que su respiración se agitaba poco a poco.
- Kyo… aquí sólo hay herramientas, te lo había dicho – mencionó el pelinegro hincándose frente al chico, después de notar que el cuarto si estaba repleto de utensilios –
- No, no puede ser así – Seguía negando mientras pequeñas lágrimas se deslizaban por sus mejillas debido al desconsuelo - ¿Cómo es que…? Tú estabas aquí… estabas conmigo!!
De pronto, Kyo se puso de pie y corrió escalera arriba, tropezándose en reiteradas ocasiones.
- Kyo! Cálmate – exclamó el pelinegro yendo tras él.
Al haber alcanzado al más bajo en el primer piso, lo retuvo abrazándolo.
- No juegues conmigo Toshiya, yo sé que ocurrió. Sé que Hizaki existe.
Repentinamente, Kyo recordó la foto que había encontrado tiempo atrás del chico de vestido rojo, así que rápidamente metió su mano en el bolsillo de su pantalón y saco un papel, abriéndolo con urgencia para demostrar lo verídica que era su historia. No obstante, de inmediato soltó el papel y su cuerpo temblaba más que antes.
Toshiya tomo el documento y sólo se encontró con una hoja en blanco. Ante lo cual sólo soltó un suspiro.
- Kyo, ven… ven conmigo
- ¿A dónde? – Consultó el chico observando a su amigo con una notable expresión de miedo -
- Te… te quedarás conmigo hoy ¿de acuerdo?
- Pe… pero…
- Sin peros, vamos. Te ayudaré a resolver esto – murmuró con una falsa sonrisa –
Kyo terminó por aceptar y ambos salieron de la casa. Para sorpresa del chico perturbado, afuera se encontraba una camioneta blanca, imposibilitada para ver su interior y, junto a ella, de pie habían dos hombres vestidos de blanco.
- ¿qué… qué esto Toshiya? –Decía completamente asustado –
- Es lo mejor para ti Kyo, no estás bien.
Fueron las últimas palabras de Toshiya, antes de entregar a su amigo a los hombres de blanco. El pelinegro veía como subían a su amigo en el automóvil y luego aquel mismo auto se perdía al final de la calle.
- Era lo mejor para ti… Kyo. – Murmuró con una sutil sonrisa al perder de vista la camioneta -
Luego, Toshiya se volteó y entró en la casa.
- Muchos años, tantos asegurándome de que cumplas tu sentencia. Estoy condenado como tú… Hizaki – susurró encontrándose con la muñeca frente al espejo – Fue agotador manipular la mente de ese chico para ocultar las evidencias. Ahora, tengo que volver a ocultarlas y tapar esa puerta.
Toshiya tomó la muñeca, la llevó al sótano y la encerró allí otra vez. Dejando que la última imagen ante los ojos de Hizaki fuera esa silueta negra que le había condenado hace tanto años atrás.
- Este desliz no ocurrirá de nuevo. Él ya se ha ido muy lejos –mencionó finalmente el pelinegro, sonriendo ante la seguridad de que Kyo y Hizaki estarían apartados, imposibilitando que el alma de Hizaki fuera liberado y si cumpliera una sentencia eterna.
- ¿qué… qué esto Toshiya? –Decía completamente asustado –
- Es lo mejor para ti Kyo, no estás bien.
Fueron las últimas palabras de Toshiya, antes de entregar a su amigo a los hombres de blanco. El pelinegro veía como subían a su amigo en el automóvil y luego aquel mismo auto se perdía al final de la calle.
- Era lo mejor para ti… Kyo. – Murmuró con una sutil sonrisa al perder de vista la camioneta -
Luego, Toshiya se volteó y entró en la casa.
- Muchos años, tantos asegurándome de que cumplas tu sentencia. Estoy condenado como tú… Hizaki – susurró encontrándose con la muñeca frente al espejo – Fue agotador manipular la mente de ese chico para ocultar las evidencias. Ahora, tengo que volver a ocultarlas y tapar esa puerta.
Toshiya tomó la muñeca, la llevó al sótano y la encerró allí otra vez. Dejando que la última imagen ante los ojos de Hizaki fuera esa silueta negra que le había condenado hace tanto años atrás.
- Este desliz no ocurrirá de nuevo. Él ya se ha ido muy lejos –mencionó finalmente el pelinegro, sonriendo ante la seguridad de que Kyo y Hizaki estarían apartados, imposibilitando que el alma de Hizaki fuera liberado y si cumpliera una sentencia eterna.
FuLl MoViEs
MoViEs To mOvIeS
XXX +24 <
コメントを投稿