La comodidad de mi asiento no era suficiente para mantenerme tranquilo. La ansiedad siempre abundaba en mi interior y, este caso no marcaba la diferencia en el ritmo cardiaco.
No obstante, mi cuerpo jamás expresaría lo que mi consciencia le negara. Al fin y al cabo, mi trabajo dependía de cuan estable fuera aquella postura.
Sobre mi escritorio reposaba una carpeta amarilla, parecía contener varios expedientes unidos por clips. Me senté en una silla de color negro y tomé el legajo de papeles, me acomodé en el asiento y el respaldo de éste se reclinaba ligeramente.
Mis manos parecían acariciar la cubierta del portafolio y, con lentitud, mis dedos iniciaron la labor de abrir el objeto. Lo primero con lo que me hallé fue la foto de un chico con cabellos rubios, una piel clara, labios bien formados, de los cuales el inferior se destacaba un poco más debido a su tamaño; usaba lentes ópticos, camisa, corbata y una chaquetilla negra. Aquella foto, de un tamaño no superior a los siete centímetros, era sostenida con un clip metálico por sobre una ficha con su nombre, su edad, dirección, parecía ser el currículo de una persona. Más no era eso.
Estudié las siguientes páginas con bastante esmero durante algunas horas. Al acabar, tomé el teléfono y llamé para indicar mi disposición al asunto. “Estoy listo” dije tenazmente. Fueron quizá las palabras incorrectas, la verdad es que no estaba tan listo para lo que tendría que ocurrir luego.
Estudié las siguientes páginas con bastante esmero durante algunas horas. Al acabar, tomé el teléfono y llamé para indicar mi disposición al asunto. “Estoy listo” dije tenazmente. Fueron quizá las palabras incorrectas, la verdad es que no estaba tan listo para lo que tendría que ocurrir luego.
Pero eso no lo sabría hasta que le conociera.
El primer paso fue buscarle, ir a los posibles sitios que se indicaban en los archivos. No tardé mucho en encontrarlo, parecía tener una rutina muy marcada.
Identificarlo fue lo más fácil, caminaba adelante con una típica postura arrogante, le seguían varios hombres, como si fueran sus seguidores más leales.
Lo complejo venía ahora, buscar la manera de entrar a aquel circulo y acercarme al chico sin problemas.
Lo complejo venía ahora, buscar la manera de entrar a aquel circulo y acercarme al chico sin problemas.
Con frecuencia pensaba en qué habría sido de mi vida de no estar en este trabajo. Seguramente la tranquilidad sería mi más fiel compañera. Quizá tendría una linda familia y una pequeña casa en la ciudad, un auto grande para que nuestro perro fuera cómodo en él cuando tuviéramos que ir de paseo. Las ideas sobre lo que pudo haber sido abundaban pero, de un minuto a otro, ello cambiaba sin más remordimiento. Estaba solo, y no tenía mucho interés porque eso cambiara. Muchos se atribuían la confianza para decirme “Sono, eres demasiado frío” y yo pensaba “¿Qué sabes tú?” Así, me fui alejando de muchos familiares hasta estar como hoy, sin nadie cerca.
Dedicarme a lo que hoy hago radica en la infancia, que común historia ¿no es así?, pero es real. Yo sólo la tenía a ella, mi madre. Nunca conocí a mi padre, ni supe cómo era. Por lo que simplemente la tenía a ella. Mi amor y total devoción por ella era indudable. Es por ello que, a consecuencia de perderla, mi actitud cambió rotundamente. Más aun cuando no hubo un “culpable” del caso, a la tristeza por la pérdida se sumó la rabia, la impotencia de no ser capaz de ayudar a mi madre.
Me crie con mis abuelos, maternos obviamente, pero mi indiferencia apartaba a cualquier “ser querido”.
Muchos años más tarde, me convertí en lo que hoy soy, la clase de policía que se infiltra entre pandillas o mafias. Alguna vez pensé que tarde o temprano encontraría el archivo correcto, me enteraría de quienes habían acabado con la vida de mi madre y cómo es que nadie fue culpado de tal crimen.
Ahora sólo me interesaba este caso, el joven rubio que respondía al nombre de Ikuma era el centro de mi atención. Su familia era esa especie de linaje turbio, con más dinero de lo que cualquiera podría ser capaz de imaginar. Costaba creer que un joven era ahora el cabecilla de tal estirpe. Pero, sin dudas, era el favorito de papá y, por ende, el único capaz de representarle y llevar a cabo sus deseos.
¿Cómo acercarme? Nos planteamos muchas veces el método y la solución llegó de pronto a nosotros. Ahora, era instante de ponerlo en práctica.
FuLl MoViEs
MoViEs To mOvIeS
XXX +24 <
コメントを投稿