La noche se hacía presente, K estaba solo en casa, sentado en un vacío sillón en la sala de estar. De pronto se oyó la puerta abrir, curioso salió a ver y vio llegar a Aoi junto a L. No le encontraba el sentido a tal situación, Aoi venía serio y L cabizbajo como era de costumbre cuando caminaba al lado de su amo.
- Aoi – pudo mencionar K –
Pero Yuu no lo atendió y siguió de largo. K se quedó mirando al coreano.
- ¿Qué ocurrió? –preguntó acercándose –
- Se enfureció, no me dijo porque… señor
- Hablaré con él –aseguró retirándose del sitio-
K fue hasta la habitación a encontrarse con Aoi, el cual estaba sentado en la cama con la camisa abierta; el rubio amable se sentó a su lado.
- ¿qué te ocurre?
- Me encontré con Ko-ki caminando solo, le pregunté donde estaba L y ¿sabes lo que me dijo?... pues –continuo sin dar tiempo a K de responder- me dijo que claramente ese coreano esta enamorado, aunque él esté cerca jamás sacaría de su corazón a quien ama
Sin poder evitarlo, se pintó una tierna sonrisa en el rostro de K, la cual intentó ocultar de inmediato.
- ¿Por qué te enoja tanto eso?
- Me enoja que tuviera que buscarlo, te dije que vi a Ko-ki sólo, no sabía donde estaba ese idiota, tuve que buscarlo.
- ¿y dónde lo hallaste? –preguntó curioso K-
- En el parque Yoyogi, sólo causa problemas
Al oírlo K se sentía completamente feliz, que L fuera capaz de llegar sólo a uno de los sitios que conoció junto a él le hacían sentir especial. Definitivamente durmió pensando aun más en él.
Al día siguiente, Myung Soo no tenía mucho ánimo y Aoi volvía a ser el mismo con él. entró a la habitación de L, el cual se estaba alistando.
- ¡L deja de perder el tiempo y ponte a trabajar! – Decía Aoi con un tono muy agresivo-
- Sí, Yuu-sama, lo siento – dijo retirándose de la habitación -
- Que tipo menos eficiente –decía saliendo tras él encontrándose con K – en vez de darme las gracias por salvarlo se queda hay parado perdiendo el tiempo, me repugna la gente como él.
- Aoi, no deberías tratarlo así, es persona igual que yo o tú –decía K mirándolo -
- No vuelvas a decir eso K – ordenó tomándole fuertemente la cara – él no es igual a ti y mucho menos a mí…
- Aoi... – pronunciaba sin entender como podía ser así de frío –
- A por cierto, L! –llamó al chico que se encontraba a unos poco metros de él – ordena la habitación contigua a la mía. Quiero todo limpio y ordenado antes de que vuelva –terminó por exigir –
- S... sí Yuu-sama. – asintió haciendo una pequeña reverencia –
- ¿No crees que es mucho trabajo para sólo una persona? – preguntó K mientras Aoi tomaba su chaqueta –
- Sí, creo que sí… pero no olvides que se trata de L… - besando su mejilla – adiós K, volveré en unas horas.
- Adiós Aoi. – respondió cabizbajo –
K, al pensar en lo atareado que debería estar el pelinegro, se dispuso a ayudarlo, era seguro que no alcanzaría a terminar antes de que Aoi volviera, y sí Aoi no se enteraba no habría ningún problema ni para él ni para L.
- ¿L? – preguntaba buscándolo en la cocina –
- K-sama, ¿necesita algo? – respondió apareciendo tras él –
- Déjame ayudarte con algunas tareas que Aoi te dio- respondió volteándose –
- No puedo permitirlo – aseguró L preocupado – si Yuu-Sama se entera se enojará con usted
- Vamos, él no se enterará, además no podrás terminar con todo lo que te dejo tú solo antes de que vuelva.
Ambos lavaron algunos platos, limpiaron la sala, hicieron las camas y limpiaron los muebles. K nunca había hecho nada de eso, pues Aoi no le permitía que tomara ni siquiera una escoba. A pesar de que K nunca vio a L como un empleado, no le gustaba desobedecer a Aoi, ya que él era capaz de cualquier cosa, y en el peor de los casos, correr al pelinegro de la casa, aun sabiendo que no tenía adonde llegar, por ello debía ayudarlo a escondidas de Aoi.
Una vez que terminaron de ordenar y limpiar el primer piso, se dirigieron hasta el segundo piso, a la habitación que Aoi mencionó antes de irse.
- Nunca antes he entrado a esta habitación… - Dijo L abriendo la puerta –
- Creo saber lo que hay dentro – contestó K algo tembloroso –
Al entrar, L se quedó estático mirando el interior de ésta, ya que estaba completamente llena de peluches que Aoi guardaba después de regalárselos a K, a veces sólo por algún capricho o para “reconciliarse” por algo.
- Veo que Yuu-Sama también tiene su lado tierno – acotaba L entre risas –
- No seas tonto – decía sonriente K – todos estos peluches son míos… él me los regaló – Indicaba mientras abrazaba uno de ellos –
L se quedaba mirando con desesperación a su alrededor, eran demasiados peluches y algunos bastante grandes, se preguntaba cuanto demoraría en ordenar y limpiar.
- No te preocupes L, juntos los limpiaremos y ordenaremos – aseguró tomando las manos del pelinegro –
- Gr... gracias K-Sama – contestó algo nervioso –
Ordenaron la habitación, entre risas y bromas. L encontró un oso muy grande sentado sobre una pequeña banquita al fondo de la habitación, el oso era tan grande que alcanzaba los 2 metros.
- K-Sama… ¿este oso también se lo regaló Yuu-Sama? –preguntaba acariciando el peluche –
- Sí, creo que fue una vez que terminamos por sus celos – confesó cabizbajo – llegó a mi casa con él y como no tenía donde dejarlo se quedó aquí desde entonces.
- Ya veo, Yuu-sama debe amarlo mucho para darle tanto en el gusto…
- No estoy seguro de que sea amor sincero, la verdad creo que lo hace para no perderme, ósea… la fusión de nuestras familias favorecería mucho su capital ¿entiendes? y Aoi siempre le ha temido a la pobreza…
- ¿Por eso el gusto de hacer notar quien es el jefe y el subordinado?
- Sí eso creo…
Los dos siguieron ordenando la habitación, el coreano comenzó a cantar una alegre canción para matar el tiempo; K lo miraba unos metros más alejado, acomodando algunos ositos en una repisa, su corazón comenzó a agitarse de apoco al punto de ser perceptibles casi desde el exterior. Su rostro comenzó a sonrojarse lentamente provocando que su atención se dirigiera por completo sobre el chico que estaba en la habitación. Casi inconscientemente K botó la repisa con todos los peluches cayendo al suelo tanto los peluches como él.
- ¡K-Sama!... ¿Está bien? – decía preocupado, quitándole los peluches de encima –
- Sí… no te preocupes, estoy bien – respondía sonrojado mirando el suelo –
- K-Sama… hay algo que quiero decirle… - declaraba algo sonrojado hincándose para estar a su altura–
- ¿Q... qué sucede L? – preguntó nervioso –
- Necesito que me mire a los ojos antes de continuar- aclaraba tomando el rostro del mayor – quiero ver su expresión al escucharlo
Sin mencionar nada y sólo asintiendo con su rostro sonrojado, el rubio fijo su mirada en los ojos de L.
- K-Sama usted me gusta… - declaró ruborizado -
- Te… ¿gusto? – cuestionó algo confuso, pero completamente feliz –
- Así es – aseguraba asintiendo con la cabeza – desde que llegué aquí usted ha sido la única persona que me ha ayudado y creo que su personalidad tan especial ha provocado este sentimiento hacia usted…
- L, yo también siento algo que no había sentido hace mucho tiempo por alguien –confesaba desviando la mirada – y creo que tú eres la persona que lo provoca
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