
Su imagen se mantenía perpetua en mi mente, tan maravillosa y delicada figura al posar cada dedo sobre esos trozos de marfil creando la más melancólica, pero sin igual sinfonía, me mantenía preso de una emoción extraña. Quería verle de nuevo y hablarle, saber quién era, qué hacía allí, a dónde iba, por qué razón solo yo lo veía, solo yo lo oía. Pero estaba seguro que nadie en esa casa me creería, por lo que decidí callar ese primer encuentro.
Al ir donde se encontraba mi madre, ésta solo me mencionó que había un chico, aparentemente de mi edad, hijo de uno de los nuevos compañeros de trabajo de mi padre; ella me sugería conocerlo, así que hice el intento. Me dirigí a la casa que ella mencionó, la verdad no quedaba muy lejos, por lo que preferí caminar. Finalmente llegué a una residencia de casi el mismo tamaño que la nuestra, pero quizás con más sirvientes. Toqué el timbre y un hombre de traje y corbata negra, de camisa blanca y un distinguido acento se presentó ante mí
- ¿puedo ayudarlo en algo señor?
- Ah… sí, busco a Yuuki, soy Sono hijo de un compañero de su padre
- Oh, adelante por favor, lo llamaré en seguida
- Gracias
Me preguntaba qué tipo de persona era ese tal Yuuki, pero todo lo que pensé no se parecía en lo más mínimo a lo que vi. Un chico realmente perfecto, tez muy blanca, de cabello alborotado casi rojizo, ocultando con un mechón de su cabello uno de sus extraños ojos color morado; sus labios gruesos estaban tan bien formados y de un fuerte color rojo, él era casi de mi estatura y vestía de negro. Se paró frente a mí y me saludó con una amable voz
- Hola, soy Yuuki – dijo extendiendo su mano –
- Ah, soy Sono, vivo cerca de aquí y nuestros padres trabajan juntos – le dije estrechando su mano con la mía –
- Oh, ya veo… es un placer conocerte Sono
Después de esa cordial presentación nos dirigimos fuera de su casa, caminamos por los alrededores, conociéndonos un poco más.
- ¿y en qué lugar estás viviendo ahora?
Le mencioné donde se ubicaba mi casa y de la manera que ésta era.
- ¿hablas en serio? – de preguntó sorprendido - ¿en serio estás viviendo en esa casa?
- Sí – le respondí algo nervioso - ¿por qué estás tan sorprendido?
- Bueno, dicen… que en esa casa ocurrió algo “malo”. Nadie ha vivido allí desde hace más de 20 años.
- Vaya…
- Es genial que alguien se atreva a vivir a allí – me dijo con una tierna sonrisa –
El resto del día solo hablamos de cosas que hacíamos, una típica conversación de recién conocidos. Luego fui a dejarlo a su casa, nos despedimos y volví a la mía.
- Sono –sama
- Hola Klaha
- Su madre me dijo que estuvo con un joven de aquí cerca
- Sí, Yuuki… ¿sabes?… él me habló sobre esta casa
- ¿en serio?
- Sí, dijo que hace 20 años que está deshabitada, algo malo ocurrió aquí… ¿crees que tiene que ver con el piano que suelo escuchar?
- Debe dejar de creer en supersticiones señor
- Mm quizás tienes razón.
- Vaya a bañarse, la cena está casi lista
- Claro.
Mientras me mantenía recostado en una tina, cubierto de burbujas, pensaba en las palabras de Yuuki. No me olvidaba de ese hombre en el piano y estaba seguro que tenía relación con lo que Yuuki me había contado, aun así tal vez debía hacer caso a las palabras de Klaha. Bajé a cenar con mis padres y les comenté mi encuentro con Yuuki, les pareció magnífico que ya hiciera un amigo. Después de la cena, subí a mi habitación totalmente olvidado del misterioso hombre pianista. Me quedé leyendo un libro sobre música, pues realmente me agrada lo que tiene que ver con ese ámbito, sobre todo con el canto. No obstante, pasada la media noche, cuando todos se hallaban dormidos y yo acababa de terminar de leer el texto que había tomado, volví a escuchar esa sombría composición. La verdad estaba cansado de no entender que ocurría en por mi cabeza, por un instante sinceramente me creí loco, pero estaba seguro de lo que oía, por lo cual bajé rápidamente a la sala donde estaba el piano, entré allí y de nuevo lo vi… tan apasionado al proponer una sonata afligida.
- ¿quién eres? – pregunté a sus espaldas –
Él solo se volteó lentamente y se puso de pie, me veía algo serio, pero en su rostro aparentaba un tanto de sorpresa.
- ¿quién eres?- repetí esperando que sus labios se movieran –
- Kamijo… es mi nombre
Su voz era todo lo que esperaba, tan grave… como un profundo aliento transformado en simples palabras que perdían interés literal, solo importaba oír ese tono que me atrapaba en su sonido.
FuLl MoViEs
MoViEs To mOvIeS
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