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¿Qué tan sencillo podía ser optar por el camino fácil? Pues la verdad no siempre las cosas fáciles resultan tan simples para algunos, sobre llevar la situación se vuelve tediosa y transforma el ánimo en desaliento.
Teru y Yu ya debían marcharse, así que Aoi y K fueron a despedirlos a la puerta. L se encontraba allí para despedirlos de forma cordial.
- Adiós muchacho – dijo Yu mirándolo insinuantemente –
- Adiós, Yu-sama – respondió nervioso – adiós Teru-sama
- Fue un agrado conocerte ¿Myung Soo?
- Así es – asintió con la cabeza – el gusto fue todo mio
- Hey Yu, llámalo ¿si? -recordó Aoi-
- Claro, cuenta con ello
Así a los pocos minutos Yu y Teru ya no se encontraban allí.
- ¿a quien debe llamar? – preguntó K mientras L cerraba la puerta –
- No te preocupes ya lo sabrás – respondió besándolo –
L se quedó cabizbajo al ver aquel escenario amoroso. Aoi se dio la vuelta y fue a la sala de estar. K por otro lado se quedó mirando a Aoi irse, inquieto por su actitud misteriosa.
- Ah… con su permiso… me retiro – dijo a espaldas de K –
- ¿quieres dar un paseo? – preguntó K sin mirarlo –
- ¿un paseo?
- Sí – afirmó volteándose - ¿vienes?
- Ah… no lo sé… Yuu-sama puede
- No te preocupes por él – interrumpió – además él dijo que podrías disfrutar de estos lujos
L terminó accediendo, después de todo K también era su amo. K llamó a un sirviente para pedir un auto y así poder irse. Al salir de la casa el pelinegro pudo por primera vez salir de la casa y el aire le parecía algo magnifico, inhaló profundamente con los ojos cerrado y K se quedó mirándolo divertido por ello. L, al abrir sus ojos, se dio cuenta de la expresión animada del rubio y terminó ruborizándose con la cabeza agacha.
- No te avergüences, Aoi te ha tenido aquí bastante tiempo, es normal que reacciones así por salir de esta casa.
El auto estaba frente a ellos, pero para sorpresa de L no era un auto cualquiera, era una limosina negra, bastante elegante.
- Lo siento, quizás debí pedir algo discreto, pero es que aquí irás más cómodo
- No se preocupe, yo iré en lo que usted decida K-sama
- Eres tan cortés – mencionó sonriente K – ok vamos
Un hombre abrió la puerta del auto y K entró en él y aprovechó de bajar una ventanilla que impedía que el chofer los viera, luego L, con su cabeza dentro del auto y el resto de su cuerpo afuera, se quedó mirando el interior algo nervioso, hasta que K tomo sus manos y lo atrajo hacía dentro, en ese instante el hombre que estaba afuera cerró la puerta.
Al reaccionar L percató que su cuerpo estaba sobre el de K en la silla del auto. Se mantuvieron así hasta que una voz se hizo escuchar.
- ¿a dónde vamos señor? – sonaba un altavoz dentro de la limosina –
K presionó un botón, dijo “al parque Yoyogi” y soltó el interruptor para impedir la transmisión de cualquier conversación. Sus labios estaban tan cerca, sus respiraciones eran compartidas y sus ojos se encontraban deseosos de que la mirada de al frente sólo se dirigiera a ellos.
- Esto no es correcto – dijo melancólico L –
- Lo sé – respondió K, triste mirando a un costado – lo siento
El pelinegro no soportaba ver esa cara afligida, realmente no se permitía ver eso, así que abrazó al chico bajo él. K estaba pasmado, pensaba que él debía ser importante para L si era capaz de pasar sobre lo incorrecto sólo para darle motivos para sonreír. Cerró los ojos y se quedo abrazando al pelinegro el resto el camino. Después de un rato se volvió a escuchar la voz del chofer.
- Señor, hemos llegado
- Gracias – respondió K presionando la tecla – ¿vamos?
- Claro – respondió haciéndose a un lado para que K pudiera salir del auto –
Ambos salieron y se hallaron frente a un inmenso parque, donde habían muchas personas disfrutando del aire libre, otros jugando beisbol, paseando perros, incluso bailando.
L se mostraba animado al ver a tantas personas disfrutando del aire libre. Junto a K se quedaron sentados cerca de una especie de pileta, conversaron sobre lo que ocurría en Corea, K le contó un poco a L sobre su relación de amistad con Teru y la de Aoi con Yu. Después de un buen rato conversando y viendo que ya se hacía de noche volvieron al auto y K eligió otro sitio “vamos a Karaoke-kan de Shibuya”, dijo emocionado.
- ¿karaoke? – preguntó inseguro L –
- Sí, no canto muy bien, pero es divertido
El ánimo de K contagiaba a L, así que dejó su inseguridad y se hacía la idea de cantar frente a K. A continuación llegaron a un sitio por donde transitaba bastante gente, ese no era un lugar del todo pacifico como lo era el parque Yoyogi. L se sentía como un niño, presentía que si dejaba de mirar a K se perdería en aquel lugar tan grande y lleno de aglomeración.
- Ahí está! – exclamó K apuntando el karaoke –
L suspiró contento al ver que estaban ya a unos centímetros el sitio, posteriormente entraron y pidieron un cuarto para poder divertirse. Fue allí cuando K se sorprendió aun más de L, su voz era hermosa, invadía cada uno de sus sentidos, provocándole escalofríos placenteros, se había perdido totalmente en el sonido de la voz del coreano.
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