Ver a esta persona provocó, de inmediato, una gran repulsión. Sí, esos ojos oscuros, su rostro envejecido y su pelo color blanco, no podía olvidarlo.
Su cuerpo, su asquerosa figura sobre la mía, arrebatándome cada rincón de mi propio cuerpo, volviéndolo suyo. Esa horrible voz que susurraba palabras denigrantes en mi oído, haciéndome sentir el chico más sucio del mundo, día tras día. Amenazado de destruir lo poco que teníamos con mamá si le contaba a alguien.
Hasta que, cierto día, mientras estaba siendo poseído por la bizarra figura envejecida, los ojos de ella, tranquilos como siempre, me observaron. Terminó por regalarme una satisfecha sonrisa y se retiró del sitio.
Hasta que, cierto día, mientras estaba siendo poseído por la bizarra figura envejecida, los ojos de ella, tranquilos como siempre, me observaron. Terminó por regalarme una satisfecha sonrisa y se retiró del sitio.
Ella me había abandonado aun sabiendo el desconsuelo que todo ello me estaba ocasionando. ¿Por qué? ¿Es que ya no me amas? Cada una de esas preguntas en mi cabeza, mientras mi interior era invadido por ese desagradable líquido que hacía contacto conmigo a menudo. Cuando eso pasó, es decir, el hombre ya había acabado, me dejó en aquel cuarto solo. No era capaz de reaccionar y, fue recién cuando la noche cayó que, poco a poco una rabia comenzó a apropiarse de cada sentido.
Me levanté y fui en su busca, aprovechando de recoger cierto artefacto en el camino. Le encontré allí, en su cuarto, mirando el hermoso paisaje nocturno por su ventana. Me acerqué en silencio, me puse a sus espaldas, ubiqué mi boca lo suficientemente cerca para percatarme de cómo sus vellos se erizaron cuando escuchó mi respiración en su oído.
- ¡Sono! – Exclamó volteándose – Eres tú, me has asustado – dijo con una leve risa nerviosa. Yo le sonreí de vuelta y atravesé su abdomen con un puñal que había tomado de camino. Ella quedo perpleja y escupió sangre - ¿por… qué…? – musitó con los ojos llenos de lágrimas –
- Me abandonaste, ya sabías que él lo hacía y no lo detuviste… - dije mirando sus asustados ojos - Si yo no valgo nada para ti, entonces tampoco tú lo vales para mi, ni lo valdrás para alguien ya. – Terminé por decir sacando el puñal y clavándolo en otro lugar de su torso -
- Siempre fuiste un estorbo – dijo con dificultad mientras tocía sangre sobre mi ropa – no eres más mi hijo que de ese hombre… un error; y tu cuerpo, una condición para seguir viviendo aquí… -soltó una leve risa. Ello incremento mi furia y la siguiente puñalada se fue directa a su corazón – ojalá nunca hubieras nacido – terminó por susurrar antes de que sus ojos se cerraran –
- Me abandonaste, ya sabías que él lo hacía y no lo detuviste… - dije mirando sus asustados ojos - Si yo no valgo nada para ti, entonces tampoco tú lo vales para mi, ni lo valdrás para alguien ya. – Terminé por decir sacando el puñal y clavándolo en otro lugar de su torso -
- Siempre fuiste un estorbo – dijo con dificultad mientras tocía sangre sobre mi ropa – no eres más mi hijo que de ese hombre… un error; y tu cuerpo, una condición para seguir viviendo aquí… -soltó una leve risa. Ello incremento mi furia y la siguiente puñalada se fue directa a su corazón – ojalá nunca hubieras nacido – terminó por susurrar antes de que sus ojos se cerraran –
Su cuerpo se desvaneció sobre mis brazos. La solté sin reparo alguno, dejándola caer al suelo. Solo ahí me di cuenta de las innumerables lágrimas que mis ojos dejaban escapar. Me sentía solo, con una tristeza tan profunda. Me di cuenta del cuerpo ensangrentado de mi madre, yo la había matado, tres veces apuñalada por mí. Todo mí alrededor comenzaba a girar en torno a una extorsión que comprimía mi corazón de gran manera. Di un fuerte grito, intentando dejar salir toda esa presión, pero seguía cayendo por el borde de la locura. Luego, no fui capaz de contener mis emociones, mis pensamientos, ni mi cuerpo. Caí inconsciente junto al cuerpo de mamá.
Todo eso recordé al ver el rostro del padre de Ikuma.
- Creí enviarte lejos – pronunció tranquilo –
- ¿Por qué lo hiciste papá? ¿Por qué lo alejaste? – Preguntó el rubio –
- Debes entender, Sono. Que fue por tu bien. Aproveché tu estado de shock para enviarte a hacer otra vida. No creí que volverías a esta ciudad.
- Usted… es un monstro –declaré aislado de ánimo –
- ¿Yo? ¿Y qué hay de tu madre? Ella te entregó a cambio de lujos
- ¿Lujos? – Pregunté desorientado –
- Claro, tú no viste demasiado de eso, pero ella tenía todo lo que siempre quiso. Dinero, joyas, viajes. Sé por qué llegaste acá, sé a qué te dedicas. Vete, Sono. Vete lejos, no te involucres con nosotros… no ganarás, sabes que no vencerás. Puedo manejar a los jueces, los testigos, el jurado.
- ¿Por qué lo hiciste papá? ¿Por qué lo alejaste? – Preguntó el rubio –
- Debes entender, Sono. Que fue por tu bien. Aproveché tu estado de shock para enviarte a hacer otra vida. No creí que volverías a esta ciudad.
- Usted… es un monstro –declaré aislado de ánimo –
- ¿Yo? ¿Y qué hay de tu madre? Ella te entregó a cambio de lujos
- ¿Lujos? – Pregunté desorientado –
- Claro, tú no viste demasiado de eso, pero ella tenía todo lo que siempre quiso. Dinero, joyas, viajes. Sé por qué llegaste acá, sé a qué te dedicas. Vete, Sono. Vete lejos, no te involucres con nosotros… no ganarás, sabes que no vencerás. Puedo manejar a los jueces, los testigos, el jurado.
- ¿Quiere enviarme lejos de nuevo?
- Te estoy dando la oportunidad de irte. De hacer como que nada de esto ocurrió. Te envié lejos antes, cuando pudiste ser el primero en el negocio del tráfico de niños que comencé a manejar, pero te tengo aprecio y decidí excluirte de ello.
- Te estoy dando la oportunidad de irte. De hacer como que nada de esto ocurrió. Te envié lejos antes, cuando pudiste ser el primero en el negocio del tráfico de niños que comencé a manejar, pero te tengo aprecio y decidí excluirte de ello.
Le vi con desprecio, con asco. Metí mis manos a los bolsillos y salí del sitio. Sin más comentarios.
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