- Lo has hecho Sono – dijo acercándose a retirar un micrófono diminuto incrustado en mi ropa – Aunque, claro editaré ese audio entre Ikuma y tú.
- Gracias –musité sentándome en el sillón-
- Sono…
- ¿Lo sabías verdad? – consulté, interrumpiéndolo –
- Estabas decidido, y debías saberlo algún día, lo siento.
- Me retiro, ya no tengo un objetivo.
- No deberías hacer eso, has formado tu camino hasta ahora, no debes abandonar – exclamó sentándose a mi lado –
- Tenía un motivo y ya lo cumplí, no quiero envolverme más en esto, fui obstinado al intentar buscar a un culpable de lo que yo había cometido. ¿Cómo pude olvidarlo? – exclamé sosteniendo mi cabeza con ambas manos, incapaz de admitir que mi parte de mis recuerdos habían sido censurados por mi-
- ¿Qué harás sobre Ikuma? – preguntó de pronto, Kaji –
- ¿A qué te refieres? No es como que tenga algún tipo de importancia para él, su familia siempre estará delante, aunque él no lo quiera.
- ¿Qué tan seguro estás de eso? En fin, debo irme, tengo cosas que hacer aún. Nos vemos pronto Sono – Kaji puso su mano en mi hombro, le dio un ligero apretón y se retiró –
Las palabras del chico quedaron dando vuelta en mi cabeza, Ikuma me había mencionado lo poco cercano que era a los negocios familiares, cargó con ello para no dejarlo a su hermano menor. Me preguntaba si existía una forma de sacar a Ikuma de allí.
Honestamente, no encontraba una manera de actuar lo suficientemente clara. Así que, cuando ya me encontraba en mi verdadero hogar, no realicé actividad alguna. No es que esperara que una solución se presentara frente a mí al abrir la puerta pero, en realidad, fue exactamente eso lo que ocurrió. El timbre sonó y, desganado, me dirigí a la puerta. El rostro que menos esperaba contemplar estaba allí, con esa ligera sonrisa.
- Ikuma...
- Hola Sono, tanto tiempo sin vernos ¿puedo pasar? - dijo adentrándose en mi casa, mientras yo lo seguía atónito con la mirada -
- Pues, no es como que pueda decirte que no, ya estás dentro - mencioné, escuchando como respuesta esa risita suya - Y ¿A qué debo tu visita? De hecho... ¿Cómo supiste que vivo acá?
- No me tomes tan a la ligera, sabes que puedo obtener información si así lo quiero.
- Tienes razón... ¿Qué necesitas de mí?
- Varias cosas, tu perdón en un principio – comenzó diciendo mientras se acomodaba en el sofá, sin dejarme contestar nada, prosiguió- Siempre supe quien eras desde que nos vimos, fingía no conocerte y aun más no te dije nada sobre tu madre. Y, en segundo lugar, quiero que me acompañes.
- ¿Acompañarte? –pregunté sumamente confuso, y me di cuenta que eso me interesó más que el hecho de que me ocultara todo lo anterior.- ¿Dónde quieres que te acompañe?
- No vamos con mi hermano, y apenas pisemos suelo extranjero, mi padre quedará sin nada
Las palabras de Ikuma no producían otra cosa que más confusión, trataba de entender lo que él decía, pero no le hallaba sentido.
- ¿Puedes explicarme?
- Le he robado toda su fortuna, lo transferí todo, tenemos que irnos ya, antes que se den cuenta. No podrá alegar nada, es dinero sucio, así que no podrá quitármelo. A no ser que asuma de donde lo sacó, y eso lo llevaría a final digno de alguien como él, pero tiene elección.
- ¿Por qué no hiciste esto antes?
El rubio se acercó a mí lentamente y su mano acariciaba tiernamente mi mejilla.
- Te esperaba. Tenía la esperanza de volver a verte un día. Cuando supe que eras un uniformado, averigüé cómo llegaste a eso y porqué. Algún día darías con nosotros y te sacaría de todo lo oscuro que has vivido. – hizo una ligera pausa mirando el piso- Es hora de alejarnos de las cosas que nos han herido tan profundamente. Sono… -levanto su rostro y sus ojos se posaron sobre los míos- Vámonos de aquí.
Era lo que quería, irme junto a ese chico, llevarlo lejos. Él me lo ofrecía sin atadura alguna. Mi respuesta era obvia. Al poco tiempo llegamos donde su hermano, el dinero lo donamos. Como Ikuma predijo, su padre jamás hizo algo, los abogados de su hijo eran tan poderosos como los de él.
Aun vivo con el latente recuerdo de la sangre en mis manos pero, basta con ver el apacible y conmovedor rostro de Ikuma para entender que, pase lo que pase, siempre tendré a esa persona especial junto a mí.
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